El miedo al dentista sigue siendo un problema muy frecuente en algunos pacientes.
Aproximadamente entre 10-15% de la población española sufre miedo o ansiedad al tratamiento dental. En la actualidad es complicado entender como existe aún el miedo al dentista, ya que hoy en día tenemos el desarrollo de técnicas para que los tratamientos sean indoloros, como la anestesia, la sedación consciente…
¿Cuáles son las posibles causas del miedo al dentista?.
Miedo al dolor. La asociación dentista-dolor es frecuente, por lo que es fácil desarrollar miedo al considerarse una situación en la que se cree que se va a sufrir dolor. Esta idea se transmite a los niños de manera casi “natural”.
Experiencias del pasado. El paciente puede haber desarrollado miedo al dentista, tras haber sufrido una mala experiencia. Nuestras emociones se moldean con nuestra propia experiencia, de ahí la importancia de la relación doctor-paciente, el buen trato y el acierto en elegir a los mejores profesionales.
Instrumental dental:
- Miedo a las agujas, o a una posible ineficacia de la anestesia.
- Miedo al contagio infeccioso, a través de los instrumentos utilizados entre paciente y paciente.
- Miedo a los efectos secundarios de la anestesia, y de las medicaciones que podamos usar en la clínica.
- Miedo a la invasión de la intimidad, considerando la boca como una zona íntima del cuerpo. Esto genera reacciones emocionales de alerta y defensa que no todos los pacientes son capaces de superar.
Experiencias de otras personas, que facilitan la transmisión de esos miedos. Esto ocurre muy frecuente en los niños, cuando perciben que alguno de sus padres tiene miedo al dentista.
Estas son algunas de las posibles causas que pueden hacer que el paciente desarrolle miedo al dentista y dependiendo del grado de fobia que sufra, podrá superarla de una manera u otra.
¿Tiene fundamento el miedo al dentista?
Tras el desarrollo de la anestesia local, el miedo al dolor no tiene técnicamente justificación. El propio pinchazo, en numerosas ocasiones, puede pasar completamente desapercibido para el paciente, ya que cada vez el tamaño de las agujas es mas pequeño y la mucosa oral donde anestesiamos, al ser flexible, permite la difusión del líquido anestésico sin sensación dolorosa, apenas una leve hinchazón. La anestesia en la piel por ejemplo, siempre y cuando realizada con suavidad, suele ser más dolorosa que la que se lleva a cabo en la boca.
En cuanto al miedo al contagio, tanto en las clínicas dentales, como a los manipuladores de productos sanitarios, se les exige un estricto protocolo de desinfección y esterilización para evitar cualquier tipo de contagio entre paciente y paciente ya que todo esto esta muy controlado y revisado por sanidad.
El miedo a los efectos secundarios de la anestesia y otros medicamentos, es un miedo natural en el ser humano, y en cierta medida, protector. Pero la realidad de la clínica dental es muy diferente. Desde hace muchos años, la anestesia local se aplica de forma rutinaria antes de cualquier intervención que pueda conllevar dolor, por ello los profesionales estamos muy capacitados para resolver cualquier posible reacción no deseada. Aún así, es obligatorio y aconsejable realizar la historia médica de cada paciente, que nos informa sobre alergias, enfermedades y tratamientos actuales. La confianza del paciente en el profesional y en el centro donde va a ser tratado, es la base de la relación terapéutica, la relación medico-paciente.
Cuando esta confianza es firme, se disuelven los miedos de la invasión de la intimidad, ya que confías en el doctor y puedes exponerte a la exploración sin problemas, encomendándole que sea capaz de resolver tus problemas de salud oral. Incluso, hasta una mala experiencia pasada con un dentista, puede llegar a borrarse y superarse totalmente al contactar con otro profesional que te permita depositar tu confianza en él. Esta es la clave para superar cualquier miedo. Esta relación se construye por medio de una reeducación que empieza en la primera visita, y que se va desarrollando a lo largo de las siguientes consultas, hasta que el paciente supere los miedos por completo.